viernes, 21 de diciembre de 2007

He llegado a la aterrorizante conclusión de que soy el elemento decisivo en el aula. Es mi actitud personal lo que crea el ambiente. Es mi humor diario el que crea el clima.
Como maestro, poseo el tremendo poder de hacer gozoza o miserable la vida de una persona. Puedo ser una herramienta de tortura o un instrumento de inspiración.
Puedo humillar o levantar el ánimo, lastimar o curar. En todas las situaciones, es mi reacción la que determina si una crísis ira en aumento o disminuira y si una persona sera humanizada o deshumanizada.